El otro día acabé disfrutando de una exposición de Tina Barney sin haberlo planeado. La verdad que a priori no me decían nada las fotos pero, una vez que empecé a leer los pequeños fragmentos que las acompañaban me sumergí de lleno en lo que nos quería contar Tina.
La exposición estaba dividida en varias partes que representan diferentes etapas de la vida de la fotógrafa. Especialmente me llamaron la atención dos de ellas. En la primera, Tina explicaba la ardua tarea de plasmar un retrato y como a menudo aprovechaba esos momentos de preparación antes del disparo final para capturar la improvisación de las personas. Gran parte de esta idea se puede apreciar en la serie «Theater of Manners» de su página web. En ella podemos ver a las personas con los ojos cerrados, descolocados, desenfocados, tapándose la cara y en un sin fin de situaciones, que si bien la foto no desmerece, se nota que no era la fotografía programada.

Un ejemplo. En la parte superior la improvisación y en la parte inferior una ejecución perfectamente orquestada. Solo hay que fijarse en la postura de las hermanas o en el busto colocado exactamente en el centro del barómetro, vamos, estoy seguro de que hasta las nueve y diez que marca el reloj están perfectamente programadas.

La segunda cosa que me llamó la atención fue como te absorbían las fotos, sobre todo las que estaban realizadas en lugares espaciosos. Esto era algo totalmente premeditado por Tina, que en otro de sus textos explicaba que cuando realizaba una fotografía quería que sintiéramos una invitación a entrar en esa estancia y sinceramente, yo lo sentí perfectamente.

Lamentablemente, en la muestra de fotografías que Tina dispone en su web esa sensación no llega a transmitirse y para ello debes acercarte a una exposición y verlas en gran formato.
Ahora mismo y hasta el 2 de noviembre podéis disfrutar de la exposición gratuita en Donosti en el edificio Tabakalera o si te animas, siempre puedes ir a New York a ver alguna de las exposiciones permanentes.
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